viernes, 13 de enero de 2012

LILIAN SERPAS - El Salvador 1905 - 1985

LILIAN SERPAS
(El Salvador 1905 - 1985)

Datos biográficos
Lilian Serpas nació en la ciudad de San Salvador el 24 de marzo de 1905. Fue inscrita en el registro civil capitalino con el nombre de Lilia. Fue la hija del escritor Carlos Serpas y de Josefa de los Ángeles Gutiérrez. Quedó huérfana de padre en 1908. Se sabe muy poco de su progenitora, quien debió ser culta e inteligente, ya que en su casa tenía lugar una animada tertulia literaria –como lo afirmara la propia autora, ya en su vejez–. Así, a los once años de edad se reunía en visitas casi diarias con Francisco Gavidia, patriarca literario que le prologó su segundo libro, En el zafir de un ala milagrosa, editado con el título de Nácar por la capitalina imprenta “La salvadoreña” (1929). Manejó a perfección el inglés y francés.
 En 1927, a los 22 años de edad, mientras colaboraba frecuentemente con la revista Pareceres y en la radio oficial AQM, publicó su primer libro, Urna de ensueños, que contó con una introducción de Juan Ramón Uriarte.
De  25 años (1930-1938) se traslada a los Estados Unidos, residiendo por 8 años en la ciudad universitaria de South Bend City, San Francisco, California. Será en esta ciudad donde publique por vez primera el libro  “Isla de trinos”. Por esta época colaboraba ya con la revista Sequioa,  de la Stanford University.

Regresa a El Salvador en 1938 para trabajar en El Diario de Hoy, donde desarrolló una fructífera actividad periodística e hizo a la luz varios de sus escritos, tanto en prosa como en verso, dirigió las secciones Variedades del hogar y de la moda y Pajaritas de papel (1941). 

Parte de nuevo a Estados Unidos y se casa con el pintor Carlos Coffeen, con quien procreó tres hijos: Carlos, Fernando David y Reginaldo.
Luego, abandona Estados Unidos y reside en la ciudad de México, donde publica Huésped de la eternidad (poemas de 1928 a 1948, con prólogos de José Vasconcelos, Arturo R. Pueblita y Gregorio Cordero y León), La flauta de los pétalos (1951; San Salvador, 1979, con palabras preliminares de David Escobar Galindo) y Girofonía de las estrellas (1970)
Durante su estancia mexicana también escribió Corazón y esfera (obra comentada por José Vasconcelos), Hacia un punto del origen, Por ese amor siendo amada (con prólogo de Pedro Álvarez del Villar), Nivelación y Proyección a la nada (también titulada En un rol de fuego blanco), trabajos literarios de los que se carece de información editorial concluyente, por lo que cabe presumir que solo fueron proyectos de libros o manuscritos varios que quedaron inéditos.
Después de 1972, a raíz de la muerte de su hijo Fernando a manos de un conductor ebrio, Lilian entró en un proceso autodestructivo a nivel mental y físico.  Sólo gracias al esfuerzo y la caridad de algunas amigas salvadoreñas, es trasladada de vuelta a su país.
De vuelta en el país, escribió el poemario Pensamiento que no muere (inédito), en el que destinó una sección completa para diez sonetos dedicados a Francisco Gavidia. Mucha de su producción poética de estos años fue dada a conocer por las páginas sabatinas de Filosofía, arte y letras de El Diario de Hoy.
En 1982, la Dirección de Publicaciones editó Meridiano de orquídea y niebla, que contiene poemas escritos entre 1945 y 1957.
Con la salud física y mental dañadas, se le dio trabajo en la Dirección de Publicaciones del Ministerio de Educación donde laboró hasta el día de su muerte, ocurrida el 10 de octubre de 1985, tras haber sido hospitalizada debido a una caída que le causó varias fracturas. Sus objetos personales y sus manuscritos, contenidos todos en una maleta, fueron incinerados en medio de un confuso incidente. Ninguno de sus tres hijos sobrevivió a la escritora.
En Texas, Estados Unidos, residen a la fecha 6 nietos de Lilian Serpas, hijos de su Fernando David: ninguno de ellos habla ni lee el idioma de su abuela.


                                  
  Lilian Serpas Por Ana de Pacas

Con gran facilidad y lucidez de dicción, Lilian nos regala en su poesía, su manera de sentir, seguramente que los elementos que la rodearon, le brindaron la sublime inspiración para elaborar su obra poética, supo impregnar en sus versos, la claridad de su motivo.
Es admirable el dominio que ejerce en la forma de su poesía, me refiero a la soltura que se aprecia en la construcción del soneto. El conocimiento que posee del secreto de la imagen y de la ternura humana, nos lo deja ver en uno de los tercetos de la poesía titulada “Aluzinaje” que copio a continuación: “Yo heroica y huyendo en un desvelo/ -libre y sin nada- como en un deshielo/ alcanzo en pie de amor, el infinito/”. Sus poemas se disfrutan y saben a caricias de angel, solamente advertimos en ella, un vacío, en cuanto a la problemática social de nuestro país, pero la justificamos por el hecho de haber vivido en una época en que la mujer estaba limitada por reglas que le inhibían su participación en ciertas actividades.


La Mariposa

En el jardín de plenilunio lleno
su tríptico de pétalos se posa,
con la fijeza de una mariposa
que congelara en flor su desenfreno.

Tiene en su cáliz de candor un pleno
aire más fino que nevada rosa,
y del perfume, doncellez premiosa,
la suave gala de blancor sereno.

Vuelta de niebla y música su vida
es retazo de luna: ahí fundida
vobró la noche en su primer rocío.

Así quedó la mariposa en vuelo
sobre la media página del cielo,
¡clavada al aire en alfiler de frío!


Ocaso

La luz en pie de Ocaso compagina
al del Oro sangrante de la rosa;
y suma cardinal y milagrosa
al viraje del sol en la colina.

La fuga de las cosas se adivina:
diríase una escala luminosa,
por donde asciende el aria jubilosa
que al corazón de la floresta afina...

Más la tregua de un día pajarero
-en nidales de celo y alborozo-,
elige permanencia en el alero...

Y un éxtasis de dicha se presiente
-al expirar un ágave gozoso-,
¡tal un místico albor, en el poniente!


Lección de muerte

…Por un ayer extático y remoto
muero viviendo a pausas con la vida;
mas exhumo en mi piel igual al loto,
que del cieno en la flor, busca salida…

Si en flagelos de agobio consumida,
Como una aspiración busco lo ignoto;
Y porque en muerte vivo dividida,
Mi tiempo, en lo fugaz es mundo: roto…

De la vida en un breve itinerario
-con mi lección de muerte abriendo puertas-
al átomo de Dios; mas sin horario

-como trampa dantesca de un infierno-
de este mundo de trágicas reyertas,
sólo afirma mi espíritu, ¡lo eterno…!


Aluzinaje

Lúcido en la tiniebla de un momento
de ser -ya sido- en inicial viraje,
arranca de raíz mi pensamiento
-tan joven como antiguo en su linaje-.

Ráfaga a grupas de un saber, aliento
-del polvo hostil es rescatado viaje-,
emite luz, muy cerca a lo que siento
del más nocturno azul de alunizaje.

Ritmos de meteoros miden tensa
noche, sólo soporte a mi defensa,
igual a rostro en Cero circunscrito.

Yo heroica y huyendo en un desvelo
-libre y sin nada-, como en un deshielo,
alcanzo en pie de amor, el infinito.


Lo intemporal

I
Próxima al vértigo, sin pausa, alerta,
Al rumbo huracanado en la espesura
-de un muro de olas-, en fatal reyerta:
mi ser, igual a barco en la aventura:

por náufrago pavor, donde apresura:
zozobra, tiembla, y el corazón despierta;
pulsa el timón intemporal, y acierta
-sostén a su caída-, a la más pura
excelsitud de un sueño, en inminente
forma -la que fenece-, y de un arcano,
la fuga del dolor, suave nepente…;

si lleva ella, la imagen exhaustiva
de Dios en si, o de Él, lo tan lejano;
¡mas siendo eternidad, que sobreviva!


II
Proa al vaivén de un mundo ingobernable,
-en el ocaso unánime de mi vida-,
forma es de un tiempo, abierto a inefable
gozo, el más breve: Idea definida,

naciendo a ras de un diáfano y palpable
cielo ahí en un Todo…Y esclarecida
mi mente en un tanteo de insondable
noche, tras debates arrecida

-en pugna del ludibrio… - Y el pensamiento
para ser, o no ser la amortajada
de mi crear punzante, al solo intento

de ver el infinito, al que posterno…
y en mi sentir, su esencia es a la Nada
-en lo de Dios-, ¡mi rostro en puro eterno…!


III
…Sin rostro ya y sin pies en mi jornada,
la conmoción que alúmbrame es Poesía,
siguiendo el ritmo en la girosofonía
de un ala al vuelo a la luz desintegrada…

Mi término es inicio de la Nada;
Y en mí no vivo si de la agonía
El Fin no llega, para un nuevo día,
Y si -muero sin morir-, voy desterrada:

Para un futuro limpio de mi mente
-en la Totalidad viviendo ausente-,
y en gloria de un minuto, que, si existe,

es la imagen tan solo de un presagio
si no siendo al estar en un naufragio,
¡mi muerte al trascender vivirá triste…!


Beethoven

Vertical en la rosa del sonido
Oyes vibrar el cosmos, que en sí rota
-desde inaudible clave- y de tu oído
-vórtice de una clave- libre flota,

al acorde cifrado, y sola nota
conjuga en unidad de tu sentido,
un Universo abierto en la remota
bóveda, pentagrama en tu latido;

y tu mano estelar en contrapunto
-beethoveniano de alta sinfonía-
pulsa del tiempo universal conjunto:

marea cuando estalla ¡oh Dios, que mueve,
el perenne fluir de la armonía,
y amenaza lo eterno con lo breve!


Oculta clave

Pájaro azul del vuelo delirante,
Medir puede la exacta geometría
-que sólo Dios creara-, y fuera el guía
del árbol en el salto equidistante:

Seguro del secreto se confía,
Tras el aéreo impulso trepidante,
Si de sus alas, en un solo instante
Arriésgase en sus trinos de alegría:

Y hacia el nido, al flotar sobre la rama
-el pájaro, en la clave de su trama-
sin caer en la trampa a donde vibra:

pulsa la levedad, aspira el aire
volátil del aroma, y en un donaire,
por el trino que exhala, ¡se equilibra!


El espejo

Ámbito intemporal y luna helada
Trae el amor cifrado en mi sigilo;
Sé de la luz de Dios -por Él creada-
Y el dulce honor que me depara asilo…

Porque en convexa margen ato el hilo
De mi imposible afán, en la estrellada
Noche, su rostro busco y lo perfilo,
Definiendo en un cielo, su mirada…

Y de alto girasol soñado para
Convertirme en espejo, la tragedia
Huidle cópiase en mi propia cara…

¡Igual a río en mi vigilia vierte,
vago temor que a mi pensar asedia,
como espectral imagen de la muerte!


CANTO A MIS NIÑOS
Mis niños, los de los sueños
–que no soñaran los ángeles–,
nacieron para el arrullo
de mis labios mortales.

Celeste luz que del cielo
a mis niños los despierta:
tienen color que da el agua
cuando en sus ojos refleja.

Amanecen desde el Alba
en albor sus piececitos;
dedos del aire sostienen
su milagroso equilibrio.

La línea del arco-iris,
les traza su fina curva,
para andar sobre rocíos
y entre vaivenes de cuna.

Con sus diminutas manos
tocar parecen tangibles
notas de viento, en el ritmo
de cantos que no se escriben…

Son como tallos floridos
que alzaran allá en la selva
sus capullitos de luna,
brotando en la Primavera…

Mi corazón los contiene
y en la sangre que les nombra,
un aire de amor los mece,
con arrullos de paloma.

ACUARELAS
Con un pincel de plata
la luz pinta acuarelas
en el jardín del alba.

EL ÁRBOL

El árbol es un filtro
para sorber aromas,
para escanciar rocíos…

EL PINO

Con su batuta, enhiesto,
dirige el alto pino
la orquestación del viento…
Y el árbol de la sierra
–tenor solista–, canta
el aire de su queja…

COMUNIÓN

Gigante luna comulga
con las hostias diminutas
de la lluvia.

EL PÁJARO CARPINTERO

Con su pico y su taladro
el pájaro carpintero
traza un túnel en el árbol.


GOLONDRINAS

Golondrinas de la tarde,
son las notas musicales
del pentagrama del aire…



ARMONÍA

Del valle a la montaña,
la luz con pies descalzos
transita alborozada.
La curva de los llanos
–cuajados de armonías–
colora con sus manos…

DE LA AMADA AL AMADO

Desde el olvido para mi consuelo
sube del alma en esta Primavera,
algo como la luz de lo que fuera:
un suspirar de trinos, sobre el cielo.
Y vuelve con sus alas el anhelo,
tras la gaviota azul y mensajera,
que de la nube al corazón, viajera,
deja nostalgia a mi ansiedad de vuelo…
Mas rescato al Amado en los colores,
de un tenue vaho al reflejar las cosas,
con la imagen que evocan los amores…
Ungüento es el aroma en cercanía
del recuerdo que vivo entre mis rosas,
y en un éxtasis muere en la bahía.

RONDA CELESTE
I
En la carroza de Júpiter
ruedo que ruedo, rodando;
y en cataclismos se agitan
de mis corceles los cascos,
que las planetarias fuerzas
van reduciendo a pedazos…
II
De la noche en el espejo
se ve la cara de Dios,
y el mundo gira que gira
en las manos del Creador…

Tras la ronda van los ángeles
lanzando rayos de amor,
y en las estrellas del viento
pasa la tierra veloz…
La noche sobre la tierra
es la diástole del sol,
en el pulso planetario
de la estelar rotación.
En luz y sombra danzando,
entre neblinas del mar,
llega mi barco a Manhattan
y al contemplar la ciudad,
en el cielo de esta noche
brillando está Nueva York;
mas siempre cuando atardece,
¡amanece en el Japón!

III
En la noche sueñan Albas
los niños de la ciudad;
los niños de todo el mundo
en la ronda eterna van.
Doradas voces del aire
suenan sonoro cristal;
y es la luna pandereta
que agita la soledad.
En la fuga de la tierra
y en –ronda de libertad–,
seres y niños no aciertan
que van con ella al azar;
Que están de pie sobre curvas,
y ¿cómo no caerán?...
porque se mueven acordes
a leyes de gravedad.
¡Fuera de mí con el viento
vibrando estoy en las cuerdas
de un infinito Universo,
–pitagórica y etérea–
por entre círculos diáfanos,
trazando claras estelas.
¡De las nubes voy forjando
mis clámides de centellas,
y allá entre puertos de vidrio,
–donde se pescan estrellas–,
viviré entre ánimas buenas…!


CÁNTICO AL DOLOR DE AMAR

Dolores que son míos
en minutos sombríos
se trasvasan en flores,
que el corazón prefiere:
si en un dulce quebranto,
una mirada hiere
la raíz de mi canto.

A mi ser no se oculta,
que si de amores, muero,
este dolor prefiero,
esta pena sepulta,
donde mi vida ausculta
a mis vitales ríos…
Dolores que son míos
en minutos sombríos,
se trasvasan en flores,
que el corazón prefiere:
cuando en dulce quebranto,
una mirada hiere
la raíz de mi canto.
El galope más fuerte
del corazón es guía…
en él marcha la muerte
por rutas de agonía;
y en faz de la alegría
fragua mis desvaríos.

¡Dolores que son míos
en minutos sombríos
se trasvasan en flores,
que el corazón prefiere!,
¡cuando en dulce quebranto,
una mirada hiere
la raíz de mi canto!

CRISTO NEGRO DE SANTA MARÍA

En los rasgos oscuros de este Jesús exhausto,
el semblante de Cristo va creciendo en las llagas,
y en el milagro agónico del sangriento holocausto
hay trasudar de penas tras las horas aciagas.
Sus dulzuras conmueven a la roca y al nido;
y en dirección al viento que lleva su semilla,
de su sangre se impregna tras surco dividido,
el trigal que trasmutase en pan de maravilla.

Acrecientan las uvas para el mosto fecundo
un temblor de racimos sobre la tierra herida,
y la sombra en lo alto del madero en el mundo,
su mensaje conduce de renovada vida.
Él revive en los cauces del alma fabulosa
el ancestral lamento de suspirable esencia,
y a los hombres en ira, su bondad generosa
va conduciendo a rumbos de Verdad y creencia…
Se le volvieron rosas, estigmas putrefactos,
y en estrellas, el llanto del párpado amarillo,
a su dolor crecieron, soles estupefactos
para colmar el mundo con su celeste brillo.
Hacia su Luz eterna siempre el ánimo mira,
y a las veinte centurias de su muerte, los fluidos
que manan del madero donde su drama gira,
y estrechan con sus círculos de amor, a los sentidos.
A lomo de los vientos su doctrina de llama
ilumina horizontes y sobre el mundo sopla:
¡si no hay Verbo que apague la expresión quien soflama
al Universo mismo, que a su unidad se acopla!
Un himno se levanta de la muerte a la vida,
y en el drama sangriento, más allá de la nube
en cal de huesos queda y a su raíz fundida:
¡su carne de pureza que del abismo sube!

CANCIÓN DE AUSENCIA

¡Triste la tarde flota en esencias
de amores tiernos que no olvidé!;
son un suspiro las avecillas
que ayer sus alas yo contemplé.
Mi íntimo canto vuela con ellas
va en laberintos de albo fulgor;
un trino vago besa la hierba,
y yo no encuentro mi dulce amor…
Cambiando llaves voy en mis sueños,
pulsando sones al corazón;
mis manos palpan suaves laúdes
y el cielo es pauta de mi ilusión.
Una insaciable sed que no colma
hiere de muerte mi amor sin fin;
pasan gaviotas en la bahía,
y mi alma es nube que va al confín…
Pasan los años y las distancias
creí acercarlas con mi penar;
la fe perdida llevo en el alma,
y así en mí misma vuelvo a tornar…¡Aquí muy dentro te espero Amado,vestida de aire para el amor;
que la flor roja de aquellos días,
–falta de riego–, se marchitó…!

No hay comentarios:

Publicar un comentario